El Romeral de Alhaurin

domingo, 12 de febrero de 2017

CANNABIS: EL MONSTRUO QUE VINO A VERNOS

10 de febrero de 2017

LA TRIBUNA
   
                                              
CANNABIS: EL MONSTRUO QUE VINO A VERNOS

Carlos Luis Martín Navarro. Delegado del Sindicato CSIF y Jurista.

Una inocente rana pasea por el campo. Contempla una olla de agua que se calienta a fuego lento. Entra de un salto. Se siente a gusto y se relaja. El agua se calienta poco a poco y llega un momento en el que sus ancas han quedado entumecidas y no tiene fuerza para escapar de un salto. Acaba muriendo cocida. Si el agua hubiera estado hirviendo al entrar en ella, habría podido escapar.
El cannabis es el agua calentándose a fuego lento y las otras drogas son el agua hirviendo.

España es el líder en consumo de cannabis de la UE (casi 4,5 millones de personas). La edad de inicio está en 13 años. Consumirla antes de los 17 años confiere 18 veces más posibilidades de convertirlos en dependientes y quienes la toman tienen un 60% menos de posibilidades de acabar el Instituto. Es la droga más consumida en el mundo (147 millones) y supone un 80% del llamado problema de la droga.

Causa daños irreversibles en el cerebro con una pérdida de un promedio de 8 puntos de coeficiente intelectual. Desarrolla psicosis. Uno de cada cuatro esquizofrénicos es adicto a él. Altera el hipocampo, parte del cerebro encargada de crear recuerdos y de la memoria espacial de la orientación.

Lo podrán encontrar con muchos nombres: cannabis, chocolate, hachís, porros, marihuana. Conozco a ese monstruo que devora a las personas. Tiene muchas patas, la primera de ellas es la manipulación del lenguaje: la de aquellos que la definen en el código penal como sustancia que no causa grave daño a la salud o como quienes llaman guerra contra la droga a la acción de la justicia pero lucha a los movimientos despenalizadores, que pretenden implantar esa guerra integral contra el ser humano para poder controlar a la población como a un ejército de zombis.

Ya que parece aceptado ese término de guerra contra las drogas debiéramos declarar que en este tema existe un arma de destrucción masiva: la mentira y su potente catalizador, la cobarde rendición de toda una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado. Otra pata del monstruo es la ambigüedad calculada de las Autoridades que permiten Exposiciones de apología y venta de semillas asegurando el lento avance de sus tropas. No menos nocivo es el tentáculo del negacionismo: se niega que haga daño a la salud, que cree dependencia, que abra el consumo a otras sustancias aún más fuertes, que ocasione trastornos mentales (dicen con toda la cara que es que ya estaban predispuestos), no existen medicamentos específicos contra esta adicción y no se hacen tratamientos so pretexto de no haber demanda, cuando es la substancia más consumida.

Una vez atrapada la presa el monstruo clava sus colmillos: el primero es el de las distorsiones cognitivas. Dicen que la droga es la libertad cuando en realidad ocasiona su pérdida; que a nadie se le obliga a consumir, como si el consentimiento de la víctima de 13 años o del adicto fuera libre y eliminara su responsabilidad; dicen que relaja cuando en realidad inhibe (el término asesino proviene de axaxin: consumidores de hachís para ser más violentos en la guerra); le llaman el cigarrillo de la risa cuando borra la sonrisa para siempre; alegan que no hace daño, cuando afecta a la salud física y psicológica de manera irreversible; aducen que es terapéutico cuando su uso sólo está indicado con efectos paliativos para enfermos terminales; que no favorece la comisión de delitos, cuando el síndrome amotivacional que provoca coincide milimétricamente con los rasgos de capacidad criminal que enunciara Jean Pinatel.

Este crimen no podría consumarse sin el último mordisco del monstruo: el de la baja percepción del riesgo propiciada por una justificación social y política. Una vez distinguidos los venenos entre buenos y malos, raptado el hipocampo del recuerdo e implantado el marchamo del caminar sinuoso, el monstruo identifica consumo con rebeldía: el paso iniciático de la juventud. Rectores aclamando a San Canuto, intelectuales prometiendo el paraíso de la libertad, la izquierda invocando a Mayo del 68, la derecha ultraliberal legalizándolo en Denver y cargándose la seguridad ciudadana. Nuestros hijos lo toman como nuestros padres fumaban cigarrillos, para parecerse a Marlo Brando o al vaquero de un anuncio. Al monstruo no le preocupa crear adictos, le basta con que lo prueben una vez porque sabe que así los tendrá de su lado. Ellos indultarán a uno de cada cuatro delitos, reformarán el código penal para rebajar las penas, suspenderán condenas, lo considerarán atenuante, les darán un trato de delincuente menor dentro de la prisión.

Nunca se olvidan esas miradas perdidas, sus almas devoradas. Sean militantes, no permitan que les roben el futuro. Salven a sus hijos, sean como esos héroes populares del 2 de Mayo, no les dejen ni acercarse a ese monstruo.

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