El Romeral de Alhaurin

jueves, 28 de junio de 2018

Ronda, 28 de Junio de 1821



Ronda, 28 de Junio de 1821. 

Los ayuntamientos de los pueblo de la serranía ha dirigido al Rey por conducto y con apoyo del jefe político de la provincia de Málaga la siguiente exposición, que S.M. ha visto con agrado, mandando que se publique en la gaceta del Gobierno para satisfacción de los interesados:

Señor: Los ayuntamientos constitucionales de los pueblos de la serranía de Ronda con el más profundo respecto dirigen a V.M. esta sumisa exposición, manifestando que si sostuvieron con entusiasmo la guerra de la independencia nacional, y tuvieron la gloria de combatir las huestes enemigas sin subyugarse al Gobierno intruso, a costa de la sangre de los naturales con admiración de toda la Europa, quedaron tranquilos y satisfechos luego que vieron a V.M. sentado de nuevo en el trono de sus mayores, y a su patria libre de la dominación enemiga. Estos grandiosos sucesos con que la divina Providencia quiso poner fin a los tiempos aciagos con que fue oprimida esta Nación heroica, fueron para estos pueblos el premio con que se dieron por recompensados de las muertes y calamidades que sufrieron en 30 meses de guerra destructora y desigual; con ellos se cicatrizaron las graves heridas causadas con los incendios, saqueos y devastación del país que sufrieron en aquel tiempo, y solo se ocuparon después en tributar gracias al Todopoderoso por tamaños beneficios. Parecía muy consiguiente hubiesen incomodado la Real atención de V.M., pidiendo gracias y recompensas para unos pueblos que tales sacrificios habían sufrido; pero su silencio ha acreditado que no fueron estas sus miras, y que se dieron por muy premiados con tan felices resultados, que fueron el objeto de sus afanes. Más llegó el día, Señor, de que se presenten a L.R.P. de V.M., no para exigir de sus benéficas manos recompensa alguna por aquellos servicios, sino para que con ellas se digne aplicar el antídoto suficiente y análogo a cicatrizar la herida mortal que la maledicencia acaba de abrir al honor y gloria de estos pueblos, y una buena reputación. Es el caso, Señor, que sin el mas leve motivo parece se esparció una voz en esta provincia y sus inmediatas de que la serranía promovía sedición contra el sistema constitucional; y aunque esta impostura no dejó de sobresaltar los ánimos de sus naturales, descansaron en la salvaguardia de la Ley y en la pureza de sus acciones y conducta, pues acostumbrados a obedecer ciegamente los Reales decretos de V.M., juraron con entusiasmo la observancia del sabio Código constitucional, y desde entonces han marchado por esta gloriosa senda sin interrupción, cumpliendo las inalterables disposiciones del supremo Gobierno de V.M. con la debida sumisión a las autoridades constituidas, y sin el menor desorden que pudiese interrumpir la tranquilidad pública. Así es que han permanecido pacíficos espectadores, no obstante que supieron que en el Campo de Gibraltar y otros puntos se habían esparcido las voces de que el espíritu de los serranos estaba en  oposición al sistema constitucional que los rige, y al ver por otra parte introducirse en esta sierra gruesas partidas de tropa dirigidas a observar los movimientos, y a investigar las operaciones de los naturales, causaba en todos los pueblos un regular sentimiento: mas como estas han sido y son consiguientes a la notoria buena conducta y subordinación con que siempre se han distinguido, les quedaba el consuelo de que muy en breve se convencerían los gefes y autoridades de ningún fundamento que había para atribuir semejante impostura a unos pueblos dignos de mejor consideración, y los mas tranquilos de toda la Península. Pero es muy presumible que se hayan trasmitido a toda ella, y que acaso hayan llegado hasta a los Reales oídos de V.M., causando el desagrado que es consiguiente, empeñando el honor y gloria que estos pueblos han adquirido por sus virtudes patrióticas; y pues que las pruebas han sido tan convincentes, se hallan en el caso de ocurrir a V.M. a hacer presente con el profundo respecto y sumisión que deben, que así los ayuntamientos que suscriben, como todos los naturales y vecinos de los pueblos que representan, continúan y permanecerán en una ciega obediencia a los Reales decretos de V.M., y en la más completa observancia de nuestro sabio Código constitucional; y en su consecuencia suplican rendidamente a V.M. que dándose por satisfecho de ello, se digne por un efecto de su Real clemencia declarar que semejante impostura no puede ni debe mancillar el honor y gloria que tienen adquirida estos pueblos, mediante a no haber precedido se haga notoria esta laudable conducta por medio de la gaceta de la corte, a fin de que al paso que quedarán confundidos los mal intencionados que han tratado de denigrarlos, calmarán los ánimos de estos naturales en el dulce reposo de la inalterable tranquilidad y ciega obediencia con que siempre se han conducido a las Reales disposiciones de V.M., cuya importante vida piden al Todopoderoso prospere dilatados años para la felicidad de esta Monarquía. (Siguen las firmas.)

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