Ronda, 28 de
Junio de 1821.
Los ayuntamientos de los pueblo de la serranía ha
dirigido al Rey por conducto y con apoyo del jefe político de la provincia de
Málaga la siguiente exposición, que S.M. ha visto con agrado, mandando que se
publique en la gaceta del Gobierno para satisfacción de los interesados:
Señor: Los
ayuntamientos constitucionales de los pueblos de la serranía de Ronda con el
más profundo respecto dirigen a V.M. esta sumisa exposición, manifestando que
si sostuvieron con entusiasmo la guerra de la independencia nacional, y
tuvieron la gloria de combatir las huestes enemigas sin subyugarse al Gobierno
intruso, a costa de la sangre de los naturales con admiración de toda la
Europa, quedaron tranquilos y satisfechos luego que vieron a V.M. sentado de
nuevo en el trono de sus mayores, y a su patria libre de la dominación enemiga.
Estos grandiosos sucesos con que la divina Providencia quiso poner fin a los
tiempos aciagos con que fue oprimida esta Nación heroica, fueron para estos
pueblos el premio con que se dieron por recompensados de las muertes y
calamidades que sufrieron en 30 meses de guerra destructora y desigual; con
ellos se cicatrizaron las graves heridas causadas con los incendios, saqueos y devastación
del país que sufrieron en aquel tiempo, y solo se ocuparon después en tributar
gracias al Todopoderoso por tamaños beneficios. Parecía muy consiguiente
hubiesen incomodado la Real atención de V.M., pidiendo gracias y recompensas
para unos pueblos que tales sacrificios habían sufrido; pero su silencio ha
acreditado que no fueron estas sus miras, y que se dieron por muy premiados con
tan felices resultados, que fueron el objeto de sus afanes. Más llegó el día,
Señor, de que se presenten a L.R.P. de V.M., no para exigir de sus benéficas
manos recompensa alguna por aquellos servicios, sino para que con ellas se
digne aplicar el antídoto suficiente y análogo a cicatrizar la herida mortal
que la maledicencia acaba de abrir al honor y gloria de estos pueblos, y una
buena reputación. Es el caso, Señor, que sin el mas leve motivo parece se
esparció una voz en esta provincia y sus inmediatas de que la serranía promovía
sedición contra el sistema constitucional; y aunque esta impostura no dejó de
sobresaltar los ánimos de sus naturales, descansaron en la salvaguardia de la
Ley y en la pureza de sus acciones y conducta, pues acostumbrados a obedecer
ciegamente los Reales decretos de V.M., juraron con entusiasmo la observancia
del sabio Código constitucional, y desde entonces han marchado por esta
gloriosa senda sin interrupción, cumpliendo las inalterables disposiciones del
supremo Gobierno de V.M. con la debida sumisión a las autoridades constituidas,
y sin el menor desorden que pudiese interrumpir la tranquilidad pública. Así es
que han permanecido pacíficos espectadores, no obstante que supieron que en el
Campo de Gibraltar y otros puntos se habían esparcido las voces de que el
espíritu de los serranos estaba en oposición
al sistema constitucional que los rige, y al ver por otra parte introducirse en
esta sierra gruesas partidas de tropa dirigidas a observar los movimientos, y a
investigar las operaciones de los naturales, causaba en todos los pueblos un
regular sentimiento: mas como estas han sido y son consiguientes a la notoria
buena conducta y subordinación con que siempre se han distinguido, les quedaba
el consuelo de que muy en breve se convencerían los gefes y autoridades de ningún
fundamento que había para atribuir semejante impostura a unos pueblos dignos de
mejor consideración, y los mas tranquilos de toda la Península. Pero es muy
presumible que se hayan trasmitido a toda ella, y que acaso hayan llegado hasta
a los Reales oídos de V.M., causando el desagrado que es consiguiente,
empeñando el honor y gloria que estos pueblos han adquirido por sus virtudes
patrióticas; y pues que las pruebas han sido tan convincentes, se hallan en el
caso de ocurrir a V.M. a hacer presente con el profundo respecto y sumisión que
deben, que así los ayuntamientos que suscriben, como todos los naturales y
vecinos de los pueblos que representan, continúan y permanecerán en una ciega
obediencia a los Reales decretos de V.M., y en la más completa observancia de
nuestro sabio Código constitucional; y en su consecuencia suplican rendidamente
a V.M. que dándose por satisfecho de ello, se digne por un efecto de su Real
clemencia declarar que semejante impostura no puede ni debe mancillar el honor
y gloria que tienen adquirida estos pueblos, mediante a no haber precedido se
haga notoria esta laudable conducta por medio de la gaceta de la corte, a fin
de que al paso que quedarán confundidos los mal intencionados que han tratado
de denigrarlos, calmarán los ánimos de estos naturales en el dulce reposo de la
inalterable tranquilidad y ciega obediencia con que siempre se han conducido a las
Reales disposiciones de V.M., cuya importante vida piden al Todopoderoso
prospere dilatados años para la felicidad de esta Monarquía. (Siguen las firmas.)
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