Para comprender mejor el gran significado del Festival Aeronáutico de 1935, que el Aeroclub de Málaga organiza, es necesario hacer consideraciones de caracteres históricas previas. Anteriormente a la creación del Reino de Marruecos, los territorios del norte de África están divididos en dos zonas, controladas por España y Francia.
A principios del siglo XX se inicia los primeros movimientos guerrilleros de grupos bereberes contrarios a la ocupación militar franco-española. Estos movimientos darán lugar a numerosos conflictos bélicos de diversa gravedad entre el Ejército español y grupos armados moros en la década de los años veinte del siglo XX.
Una actuación diplomática conjunta de España y Francia consigue estabilizar la situación creando la figura de Protectorado. Esta estructura política militar, otorga a las autoridades marroquíes el control sobre la población civil, mientras que queda en manos de los países protectores las fuerzas policiales y militares.
En el reparto del territorio, el el sur de Marruecos queda bajo la tutela de Francia, mientras que el norte, antiguo Reino de Fez, queda bajo el Protectorado español.
España, como nación protectora, mantiene en estos territorios un Alto Comisariado, como representante del Gobierno, mientras que la autoridad del sultán de Marruecos es ejercida por SAI El Jalifa. La estabilidad del territorio es demasiado precaria, lo que da lugar a una intervención militar en permanente estado de guerra.
En este contexto es invitado SAI El Jalifa a visitar Málaga durante las fiestas de agosto de 1935. El festejo más importante de la visita del ilustre huésped es el Festival Aeronáutico que organiza el el Aeroclub de la ciudad y que, por las circunstancias referidas, se convierte en una cuestión de estado.
El 23 de agosto, a las nueve de la mañana, llega a Málaga para presidir los festejos en nombre del Gobierno español el ministro de Marina, Antonio Royo Villanova, al que reciben en la estación de Los Andaluces todas la autoridades regionales, provinciales y locales, incluyendo una comisión del Aeroclub formada por su junta directiva (Jorge Rein, presidente; Carlos Huelin López, secretario; Carlos Rein, tesorero; Pablo de Jonge, José Berrocal, Ignacio Muñoz y Manuel Egea, vocales).
Una vez cumplimentando, la comitiva de autoridades se dirige al puerto para recibir a SAI El Jalifa, Muley Hassan, que viene a Málaga en un barco militar español, acompañado del Alto Comisariado y de su séquito, SAI El Jalifa recibe en el puerto las salvas de ordenanza como Jefe de Estado, pasando después revista a las tropas que le rinden honores tras escuchar el Himno Jalifiano.
Una multitud abarrota el puerto y las calles circundantes y no cesa de aplaudir el paso de la comitiva oficial, que se traslada desde el puerto hasta el Hotel Caleta Palace, lugar donde se aloja el ilustre huésped. Después de la comida oficial que se celebra en el propio hotel. Las autoridades se dirigen al campo de aviación de El Rompedizo, donde va a celebrarse el festival aeronáutico.
Desde horas antes la carretera de Cádiz y la carretera de Churriana se encuentran repletas de público, coches, caballos y personas a pie, que hacen casi imposible la circulación. Es necesario la puesta en servicio de varios trenes especiales de los ferrocarriles suburbanos, para poder llevar a todos los malagueños que desean acudir al aeródromo.
...el aspecto del Aeropuerto era grandioso. Multitud de personas se encontraban situadas alrededor del amplio terreno, ofreciendo éste una perspectiva excepcional... Los aviones se encuentran alineados frente a la tribuna, mientras que los pilotos esperan en el hangar la llegada de las autoridades.
El palco de honor lo ocupan SAI El Jalifa, el ministro de Marina, Gobernador Civil, alcalde de Málaga, comandante militar, presidente del Tribunal de Urgencia, presidente de la Audiencia, y un larguísimo etcétera de altos cargos y dignatarios de España y Marruecos.
A las cinco y cuarto se inicia el festival procediéndose, en primer lugar, a la exhibición de las avionetas construidas por los socios del aeroclub. Mientras, la banda de SAI, a las órdenes de músico mayor, El Hac Mohamed Aixa Tanyani, interpreta alegres composiciones.
La demostración en vuelo de las avionetas del aeroclub, sólo puede ser realizada por el monoplano construido por José Freuller, debido a los problemas de horario. Este excelente avión, EC-BBC, está pilotado por Joaquín García Morato que realiza vistosos ejercicios acrobáticos.
Posteriormente se inicia el concurso de acrobacia propiamente dicho, en el que participan cuatro aparatos (1º Monocoupe, Pablo Benjumea, Sevilla; 2º Fairchild, Pablo Atienza, Sevilla; 3º Avro, Méndez, Madrid; y 4º Freuller, García Morato, Málaga).
Los ejercicios consistentes en Loopings, Tonneaux, barrenas y vuelos invertidos , hacen las delicias del público, que aplaude a rabiar. El jurado del concurso está formado por los socios del Aeroclub Paulino León, Camacho, Pascual y Francisco Taillefer.
Para la organización del concurso se ha creado una Comisión de Aeronáutica formada por Jorge Rein, presidente; Carlos Huelin, secretario; Manuel Egea, tesorero; y Francisco Taillefer, Rafael Higueros, José Martos y Eugenio Gross, como vocales. El concurso de acrobacia se cierra con el siguiente resultado:
1º Premio, Copa de la Dirección de Aeronáutica y 750 ptas. para Joaquín García Morato.
2º Premio, Copa del Presidente de la Republica y 500 ptas. para el Sr. Méndez.
3º Premio, Copa del Aeroclub de Málaga y 250 ptas. para Pablo Atienza.
4º Premio, Copa Casa Larios para Pablo Benjumea.
Premio Especial Copa Casa Domecq es ganado por Joaquín García Morato.
El tercer número del festival, le corresponde a una escuadrilla de hidroaviones venidos de la base de San Javier, que realiza diversos vuelos de formación, acrobacia, simulacros de bombardeos, etc. Durante la exhibición, el presidente de la Federación Aeronáutica Española, Pío Fernández Mulero, va explicando por la megafonía instalada en el campo, los diversos ejercicios que se ejecutan en el aire.
Cerca de las seis de la tarde se disponen los preparativos para el cuarto número del festival, el lanzamiento de un parachutista. Debido a la novedad que este número representa, el público está especialmente pendiente de cualquier movimiento que se produce en la zona de pilotos.
El ejercicio se va a realizar, saltando desde la avioneta De Havilland Moth del Aeroclub de Málaga. Pilotado por el socio Eugenio Gross.
El parachutista, Casimiro Anselmo Ruiz, de 34 años, casado, natural de Madrid, se encuentra listo junto al avión. Cuando se retiran los reporteros gráficos, se da la orden de despegar. El avión se eleva perfectamente, realizando diversas evoluciones sobre el campo con el objeto de ganar altura.
Una vez arriba, el piloto maniobra para alcanzar una posición que permita al parachutista caer en su salto dentro del recinto acotado.
... el parachutista lanzóse al espacio, a cierta distancia de El Rompedizo, y entre la expectación general, que adquirió caracteres de sorpresa y luego se convirtió en un movimiento de grandísima emoción, el paracaídas no se abrió bien o se desfondó en el lanzamiento. Lo cierto fue que en lugar de desplegarse completamente, se arrolló en si mismo, produciendo un descenso vertical, rapidísimo y fatal del infortunado parachutista que fue a caer precisamente en terrenos de la finca cercana llamada Crucet mientras que en el aire se notaba hacía movimientos con las piernas, quizás presagiando el tremendo final del ejercicio. Se lanzó desde una altura de unos 600 metros y el descenso a tierra lo hizo en unos veinte segundos...
Inmediatamente de producirse el accidente, salen del campo varios coches con miembros de la Cruz Roja y algunos médicos presentes. Sin embargo, es el médico Manuel Bustamante, que se dirige de Churriana a El Rompedizo en esos momentos el que, al observar la caída, llega en primer término al lugar del accidente.
Aunque la situación es irresoluble, el médico intenta reanimarlo y ordena le trasladen a la Casa de Socorro. Apenas iniciado el traslado, el paracaidista fallece, por lo que se conduce su cuerpo al hangar de El Rompedizo, en tanto se persona en el aeródromo el Juez de Guardia. El festival se suspende en el acto, iniciando todos los presentes un silencioso regreso a la ciudad.
Casimiro Anselmo Ruiz, tenía la licencia de parachutista desde el 28 de mayo de 1932 y había sido enviado al festival por la Federación Aeronáutica Española, debidamente legalizado y autorizado para realizar los ejercicios. También se encontraba debidamente comprobado y sellado el paracaídas que utilizaba. A último hora de la tarde se traslada su cadáver al cementerio de San Miguel, acompañado por miembros del Aeroclub , que se hace cargo de todos los gastos y trámites del deceso.
Con motivo del accidente se suspende la cena de gala prevista para la entrega de premios, acto que se realiza íntimamente en la sede del Aeroclub. El entierro del infortunado paracaidista se celebra el domingo 25 de agosto.
Utrilla Navarro, Luis; Historia del Real Aeroclub de Málaga, Málaga, 1998, CEDMA, Págs. 40-45.
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