Publicación Sociocultural desde Alhaurín
el Grande. Año II. Núm. 6. ENERO 2004
Valle del Guadalhorce, Tierra de Miel y
Sol, de Luz y Color y de Gente Trabajadora
EL SANTO CRISTO DE LAS AGONÍAS
manuel pérez fernández
Queridos niños:
Si pasáis por la carretera que nos
conduce a Mijas, a la salida de nuestro pueblo, veréis una ermita pequeña, sin
veleta ni campana, y que una reducida escalinata un corto espacio la preceden.
En este diminuto santuario se venera
la imagen chiquita del Santo Cristo de las Agonías, al que el pueblo devoto
acude en sus azahares. Fue construido en el año 1.783 a expensas de un paisano
nuestro llamado Don Francisco Vicente de Burgos y desde entonces hasta ahora
recibe las visitas y las plegarías de propios y extraños, atraídos por la
piedad, devoción y fé de nuestros
antepasados, que inculcaron en nosotros sus mismos sentimientos. Por eso
acudimos, después de pasados dos siglos de la construcción de la iglesita al
pie de la sierra, nosotros ahora a rendir adoración y a pedirle favores al
Santo Cristo.
Dice una leyenda de mediados del
siglo pasado que la imagen que representa a nuestro Salvador expirando en esta
hermosa escultura salvó a nuestro pueblo de una enfermedad que se extendió como
una plaga en muchos habitantes de la población. Esta enfermedad se llama cólera
morbo y es contagiosa, epidémica y muy grave. Pero los enfermos se encomendaron
con mucha fe al Santo Cristo y Él les libró de este mal tan horrendo. Para
recuerdo de este portento, un paisano nuestro, que fue historiador muy amante
de Alhaurín, Don Ildefonso Marzo y Sánchez, escribió un romance que se hizo
popular por entonces y en el año 1921 mandó reimprimir un sacerdote llamado Don
Gabriel Pérez Benítez, que fue cura párroco durante treinta años, para que cada
día crezca y se arraigue más y más la devoción que los hijos de nuestro pueblo
sienten hacia su Santo Cristo de las Agonías.
También cuenta esta leyenda que
nuestra ermita fue salvada en varios ocasiones de la ira exacerbada de las
aguas, que, en violenta agitación, por el margen opuesto de la cañada del
Tejar, arrastró caseríos, arrancados de sus cimientos, formándose delante del
santuario un muro de piedras impulsadas por la vertiginosa corriente, sin que
ninguna les causara mal alguno y sirviéndole de valladar y fuerte obstáculo que
desviara las aguas de su curso natural. Estos hechos los guarda la tradición
popular, que se conserva en los anales de la legendaria historia de Alhaurín.
Niños: cuando paséis por delante de
la ermita del Santo Cristo, haced como vuestros mayores, elevad vuestros
corazones hacia esta venerable imagen pequeñita e invocad al Señor pidiéndole
por nuestro pueblo y por todo el mundo para que la humanidad entera entienda
mejor los designos del Señor y ponga en práctica el mandamiento de que nos
amáramos unos a otros como Él nos enseñó.
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