Guaro, obispado de Málaga, 26 de Febrero de 1816. Atendiendo a los graves males que con frecuencias se originan de no resolverse los curas o otras personas, a falta de cirujanos o médicos, a practicar la operación cesárea; y queriendo evitar los peligros ciertos de alma y cuerpo que se siguen en omitir por falta de pericia o de resolución la disección de la madre y extracción de los fetos en los casos de morir las madres en el parto, hace que se conveniente publicar lo acaecido en esta villa, para que a su ejemplo se estimulen otros a practicar lo mismo.
Rosalía Ruiz, natural y vecina de la villa, mujer de Juan Carabantes, de 22 años, y al noveno mes de su embarazo, se sintió el 21 de enero acometida por una enfermedad, que agravándose desde luego con alferecía y delirio, la puso a las puertas de la muerte. El médico mandó al momento se le administrasen los auxilios espirituales. Se le absolvió condicionalmente y se le dió la extremaunción, verificándose la muerte a poco tiempo. El cura ecónomo de esta villa D. Juan de Lara tenía ya prevenido a Juan Dominguez Palma, maestro de barbero, para que en el caso de morir la madre la abriese y extrajes la criatura, como lo hizo felizmente salvando a dos hermanos niños, que recibieron el bautismo. El unoo vivio algunas horas, y el otro, a quien se le puso por nombre Ramón Nonato, se cría muy robusto. La oportunidad con que se hizo la operación, el acierto de un hombnre que jamás se había visto en estos casos, y el feliz resultado de las diligencias practicadas por el cura párroco, hacen digno de que se pubique este hecho, para que en iguales circunstancias todos se resuelvan a cuidar de unas criaturas que necesariamente morirán a no practicarse esta operación en las madres. Ningún otro cuidado debe llamar mas la atención de la humanidad que el que salga a luz y reciban el bautismo santo unas criaturas, a quienes la naturaleza provida con todos parece que los abandona al amor y piedad de sus semejantes. El dolor de los padres en estas ocasiones, la zozobra que los circunstantes embaraza, la falta de cirujanos o médicos que hagan la operación, la dificultad y gastos de traerlos de otras partes, y la premura con que se presentan estos casos, impiden ordinariamente la disección de la madre, y causan infaliblemente la muerte de los infantes; pero el bien del Estado exige imperiosamente se remuevan tales obstáculos, y la religión reclama el celo de los curas y de todos para que salven la vida de un hombre, cuya conservación es de la mayor utilidad a la Iglesia y a la Patria.
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