miércoles, 17 de septiembre de 2025

MALAGA, 17 DE SEPTIEMBRE DE 1808.

 

Málaga, 17 de Septiembre de 1808. El 14 a las 8.15h en su noche entra en esta plaza el Excmo. Sr. D. Teodoro de Reding, gobernador de ella y general del ejército de este reino de Granada. Sin embargo de que no se le esperaba, y que nada había avisado de su venida, concurrieron inmediatamente a ella los individuos de la junta superior de gobierno, de que es presidente, los cabildos eclesiástico y secular, la nobleza, oficialidad y demás clases principales del pueblo: también se juntó un concurso inmenso de todas gentes. Se repicaron poco después de su llegada las campanas de la catedral y otras iglesias en demostración de alegría. El pueblo por todas partes lo aclamó con vítores, según merece tan justificado magistrado y valeroso general. Se disponen varas funciones para obsequiarle y demostrar la gratitud de que hallan todos poseídos hacia su libertador y bienhechor.

El 15 por la mañana le han visitado por medio de sus diputados la junta superior de gobierno y el muy ilustre ayuntamiento. Los del primer cuerpo lo hicieron con la arenga que sigue:

Excmo. Sr.: La junta de gobierno de esta ciudad y suy partido, como que tiene la feliz suerte de que la presida V.E., al verlo de nuevo cerca de sí cubierto de honores y de laureles, experimenta el mas dulce entusiasmo. ¿Y cómo no ha de poseerse de él? V.E. Animará sus operaciones en obsequio de la causa común. !Cuanto brillo y esplendor extraordinario resultan a la junta de que su presidente haya sido el principal defensor de la Patria, del Rey y de la Religión¡ Hablen si no los campos de Bailen; ellos publican con admiración que V.E. Renovó las ilustres hazañas de los Fernández de Córdoba, Navarros, Paredes, Cortés, Pizarros, Toledos y Carrillos.

Solo el valor, la actividad y la pericia militar de V.E. ha sabido ahora vencer los ejércitos invencibles de Marengo, Austerlitz, Jena y Friedland. De tan próspero suceso han originado las victorias de Zaragoza y Portugal, y fuga de los franceses de Madrid. Debe pues a V.E. su libertad la Andalucía y la España toda. Está en el orden se la debe la Europa entera.

Y si la culta Grecia y la sabia Roma celebraban de un modo extraordinario a sus generales cuando volvían triunfantes, ¿cómo corresponderá que obsequie a V.E. Málaga, que a tan poderosos motivos otros muchos de gratitud a los singulares beneficios que le ha dispensado V.E.? Dirá lo que el pueblo escogido de su caudillo Josué, de que V.E. es verdaderamente grande tanto en la paz como en la guerra, y que merece este renombre con mayor razón que el que se lo ha usurpado. Admita V.E. con su acostumbrada benignidad las sinceras expresiones de respecto y reconocimiento de su junta; persuádase de que sus diputados nos contemplamos favorecidos hasta el extremo en felicitar a V.E., cuyo encargo nos ha sido el mas agradable y honroso.

S.E. Respondió con su acostumbrada bondad y elocuencia.

Ayer visitaron a S.E. El Ilmo. Dean y cabildo de la santa iglesia catedral por medio de a sus diputados, quienes le hicieron la siguiente breve alocución:

Los tiernos afectos, Excmo. Sr., son mudos, pero mas expresivos que cuantos adornos inventó la elocuencia para penetrar a lo íntimo del corazón; un sencillo abrazo del cultivador que ha debido a V.E. la preservación de los frutos que ya le talaba el enemigo; las lágrimas de la casta doncella a quien amenazaban la brutal lascivia y el bárbaro insulto de los nuevos y feroces vándalos; los trémulos vivas del venerable anciano, que ha visto en V.E. el numen titular de su familia, habrán excitado su sensibilidad mucho más que lo que hubieran hecho Desmósteles y Cicerón en el foro o desde la tribuna.

Las almas grandes y privilegiadas como la de V.E. desprecian los arcos triunfales y los obeliscos, al paso que jamás olvidan las expresiones de reconocimiento y amor de mas pobre y humilde de sus conciudadanos, y disciernen con tino y con finura las pomposas y al parecer gigantescas demostraciones del servil y falso adulador, cuyo corazón de ordinario color la más negra envidia, de las sencillas y expresivas del hombre justo y agradecido.

A esta última clase pertenece sin duda la voz de los ministros del santuario; el cabildo de mi santa iglesia, a quien tenemos el honor de representar, ha demostrado bien a las claras la grandeza de sus sentimientos hacia el vencedor, el principal vencedor, el héroe inmortal de Bailen, contra cuyo invicto valor el victorioso carro y la fortuna de Bonaparte se estrellaron, y se convirtieron en frágil polvo. V.E. para gloria de España, blasón de Andalucía, para timbre de Málaga, reuniendo en su persona las eminentes cualidades de Arístides y Temístocles en la jornada de Bailen, disipando el terror del nombre francés, al que Milcíades en la batalla de Maratón el de los persas, nos demuestra bien claramente su colosal poder no es más que un espectro, que desaparece luego que el pavor que había infundido se disipa; la Patria reclamará muy pronto a V.E. para que como destinado por la Providencia a ser su único salvador, renueve en los campos de Cataluña y de Navarra los prodigios de Temístocles en Platea.

La Grecia orgullosa fijó la atención del universo sobre aquel héroe en los juegos olímpicos; su presencia sola arrebataba el corazón y los afectos de todos los espectadores, que se precipitaban entre la muchedumbre para conocerle; la Grecia ufana le presentaba como el monumento más apreciable de su glorias. Este día, exclamó Temístocles, es el mas delicioso de mi vida, mas dulce mil veces que el en que los cielos me concedieron la victoria. V.E., formado a manera de tan digno modelo, bendice estos momentos en que su pueblo amado, los de España, los de toda la tierra, los unos gozan de su presencia, los otros suspiran por disfrutarla.

S.E. Responde con atención y energía que le es propia. (Diarios de Málaga números 100 y 101).

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