Valle del Guadalhorce,
Tierra de Miel y Sol, de Luz y Color, y de Gente Trabajadora
Publicación
Sociocultural Año XIV Número 56 Primavera 2015
Calles de Alhaurín El
Grande
CALLE MOLINOS DE
ARRIBA
Salvador David
Pérez González
Alhaurín El Grande,
conocido desde la antigüedad por la abundancia y calidad de sus aguas, es un
pueblo de innegable tradición molinera. A pesar de que esta actividad ha desaparecido
hoy en día, su huella ha permanecido a través de los siglos en la toponimia
urbana. A ella se debe los nombres de las calles Molinos de Abajo y Molinos de
Arriba. Es esta última y extensa pendiente nos ocupamos hoy.
Entrada por Plaza Alta. Salida por Calle Seneca
El origen de la
molinería alhaurina parte del período andalusí, quedando reflejado
documentalmente en los Repartamientos de 1492. Como tuve ocasión de reseñar
junto a María Carmen Morillos, hace años, en las páginas del Catálogo del Patrimonio Hidráulico del Valle
del Guadalhorce, en el siglo XVIII el Catastro del Marqués de la Ensenada
nos da noticias de la existencia de nueve molinos harineros y siete de aceite,
cifra que se ve notablemente incrementada casi cien años más tarde, cuando
Pascual Madoz señala la presencia de quince molinos, de los cuales nueve era de
harina y siete de aceite[1] Estos ingenios se abastecían,
mayoritariamente, del cauce del río Fahala y del de la acequia que nace en el
Manantial de San Antón.
Junto a ella surge
la Ribera de los Molinos, topónimo
recogido en múltiples documentos de la localidad durante la Edad Moderna. Con
el paso del tiempo, en la parte superior de esa ribera se levantaron las casas que dieron lugar a la calle de Molinos Altos, hoy denominada
Molinos de Arriba. Una de las mismas era la que poseía, en 1752, la vecina Antonia de
Prados. Se reproduce el documento original de la época que describe el inmueble
como una casa en la calle de Molinos
Altos que se compone de un cuerpo con su alto, quarto bajo y cocina[2].
Ángel García Ríos
recuerda en un interesante trabajo sobre el Nacimiento de San Antón que los
molinos de esta calle siguieron funcionando hasta la segunda mitad del siglo
XX, momento en el que el caudal que los alimentaba mermó considerablemente a
causa de los sondeos para el abastecimiento de agua corriente a la población. De las
páginas de su libre Las mil y una
crónicas de la villa de Alhaurín el Grande entresacamos los nombres y
propietarios de este último período, que eran los siguientes: El Molino de
Trujillo, propiedad de Pedro Trujillo Córdoba, el Molino de Ciriaco, de Ciriaco
Montoya Alarcón, el Molino del Ciezo, de Juan Romero, el Molino de Agüila, de Antonio Rodríguez Pérez y,
por último, el Molino de Paco Romero,
de Francisco Romero Rueda[3].
Sirvan estas líneas como sencillo homenaje a aquellos viejos maestros molineros
alhaurinos que, durante siglos, supieron dar vida y trabajo a una calle blanca
y vieja que, con sus casi 750
metros de longitud, sigue una de las más largas de
Alhaurín el Grande.
Archivo Municipal de
Alhaurin el Grande AMAG. Catastro del Marqués de la Ensenada.
Apréciese la referencia a la calle de
Molinos Altos en la segunda y tercera línea del texto.
[1] PEREZ GONZALEZ, S.D., MORILLO DEL CASTILLO, M.C. El Patrimonio Hidráulico de Alhaurín el Grande en MORILLO DEL CASTILLO, M.C., ROSAS FERNANDEZ A. (Coord.), Catálogo del Patrimonio Hidráulico del Valle del Guadalhorce, Pizarra, 2008, vol. I, pp. 74-75.
[2]
(A)rchivo (M)unicipal de (A)lhaurin el Grande. Catastro del Marqués de la Ensenada. Padrón
de vecinos. Bienes de Antonia de Prados, soltera, folio 12 vta.
[3] GARCIA RIOS, A. Las mil y una crónica de la villa de Alhaurín el Grande, Málaga, 2007, pág. 655.
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