MALAGA HOY 11 de Septiembre de 2022
LA TRIBUNA NATURE RETORNA AL ACTIVISMO
Juan Ramón Medina Precioso. Catedrático de Genética
Gestionada por Joseph Lockyer, astrónomo, y Alexander Macmillan, acreditado editor, el 4 de noviembre de 1869 salió el primer número de la revista Nature. Once años antes Charles R. Darwin y Alfred. R. Wallace habían dado a concocer su teoría de la selección natural como causa de la evolución de las especies. En 1869, Wallace publica que nuestra especie, Homo sapiens, provenía de la evolución de un primate, pero que la selección natural no explicaba el origen de nuestro espíritu, lo que cuadraba con su afición al empiritismo. Por su parte, Thomas Huxley, que había sido el primero en incardinar públicamente a nuestraa especie en el contexto de la evolución biológica, recupera el término agnostico para designar a los que, como él, se abstenían de formular juicios de pruebas científicas en un sentido u otro. Sobre el espiritismo opinaba que, si nunca le había interesado los cotilleos de los vivos, mucho menos iban interesarle los de los fallecidos. En 1871, Darwin escribe que, para explicar nuestro origen, bastaba con una combinación de selección natural y sexual, lo que cuadraba con su encubierta campaña contra el espiritismo, al que consideraba supersticioso y perjudicial por la ciencia.
En ese mundillo, nace Nature, siendo Huxley uno de los que más la habían impulsado. Britllante especialista en anatomía comparada proveniente de una familia con escasos recursos, se le daba bien ese tipo de activismo científico: fue uno de los principales defensores de la teoría de la evolución y el más dinámico miembro del Club X, un grupo que aspiraba a convertir la dedicación a las ciencias naturales en una profesión remunerada.
Aunque, partidario de combinar la divulgación científica con el negocio editorial, fue Macmillan quien propuso el nombre de Nature (Naturaleza) para la revista, fue Huxley quien le otorgó el beneplácito. Por su parte, el matemático Sylvester, un británico de ascendencia judía, opina que ese nombre era una verdadera genialidad. Es más que los Cosmos, más que el Universo. Incluye lo visible y lo invisible, lo posible y lo actual, naturaleza y naturaleza de Dios, pensamiento y materia. Como se ve, Sylvester, quien desarrollo la matemática de las matrices y los determinantes, se atenía a clásica concepción de que lo natural era todo ello que se hubiese originado sin concurrencia del trabajo humano, cuyos frutos eran considerados artificiales. En ese sentido, los ángeles y los espíritus de los fallecidos eran tan naturales como los chopos y las truchas. Además, se sentía entusiasmado por la idea que aglutinar todas los entidades naturales en un todo, la Naturaleza, Hoy, por el contrario, muchos consideran que solo lo material, lo físico, forma parte de Naturaleza. Pues no: natural es todo aquello que no hayamos hecho nosotros.
Los objetivos de Nature eran dos: servir de foro de comunicacion entre los incipientes científicos y dar a conocer los avances científicos a todas las personas interesadas al margen de sus conocimientos previos, en especial a los trabajadores. Habiéndose convertido de una descollante activista en pro de los trabajadores, las mujeres y el medioambiente, y en un debelador de la eugenesia y y la vacunación obligatoria, los fundadores de Nature pidieron expresamente a Wallace que les enviase artículos. Así la revista nace como una inédita mezcla de activismo político e intercambio de noticias científicas. Aunque nunca abandona su primera faceta, en buena medida fue convirtiéndose en una revista leída casi exclusivamente por científicos, dado el alto y muy especializado nivel de sus artículos.
Posiblemente, los espíritu de los fundadores, y los de Wallace y Huxley, se hayan alegrado de que Nature haya recientemente recuperado su combatividad política incial. El título de uno de sus últimos artículos es bastante revelador: Los científicos deberían considerar la desobediencia civil. En opinión del articulista, el cambio climático plantea amenazas tan graves para nuestra superviviencia que estaría justificado que los científicos empezasen a incumpir las leyes que perjudiquen a los ecosistemas. Junto a esta de grito de Cientificos del mundo, ¡uníos!, Nature publica un segundo artículo no menos sugestivo: Los cientificos chilenos lloran por la fallida Constitución. Varios hombres y mujeres de ciencia de Chile lamentan de que sus compatriotas hayan rechazado, por dos de cada tres votos, la maravillosa Constitución liderada por el izquierdista Boric, que tanto habría impulsado la ciencía y protección del medioambiente. En la línea de Gerardo Pisarello, famoso por haber retirado la bandera española del balcón del Ayuntamiento de Barcelona, esos chilenos se preguntan por los inexplicables motivos de ese rechazo. Últimamente, algunos sectores se sienten desconcertados por no figurar a la cabeza de las preferencias ciudadanas, a pesar de sus benéficas políticas. En esa línea, algunos opinadores han devuelto a Nature a su primera juventud.
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