Imaginemos que el mundo occidental es un trigal.
Los que habitamos en este mundo occidental estamos en el centro del trigal.
En el interior del campo de trigo se vive protegido del viento y de la lluvia, cerca y rodeados de nuestros semejantes culturalmente.
Pero en este trigal, hay semejantes nuestros que habitan en los bordes de la tierra de labor que lucha por extender nuestro cultura común occidental en tierra extraña y azotadas por la lluvia, el viento, los alimañas y viajeros.
Para que nosotros vivamos en este mundo occidental con una rica cultura cristiana, son nuestros semejantes que habitan en tierra extraña son maltratados y odiados.
Nuestros semejantes de las lindes defiende en tierra extranjera nuestra cultura propia a todos.
Por ello, es de justicia que las espigas que vivimos en el interior del campo de cereal debamos de ayudar a nuestros hermanos que en tierra extraña quieren seguir viviendo a pesar de expulsada por el mal tiempo.
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