miércoles, 28 de febrero de 2018

PSICOEDUCACION EN EL TRASTORNO BIPOLAR (VI)

DETECCION PRECOZ DE PRODROMOS Y MANEJO DE SINTOMAS
Existen datos muy sólidos, con estudios con una muestra suficiente, tratamientos altamente estructurados y diseños caracterizados por una metodología muy rigurosa apoyando la eficacia de la detección precoz de episodios. Quizás el mejor estudio sobre intervención psicológica individual en trastornos bipolares es el de Perry y colaboradores (1999); el tipo de intervención utilizando comprendía un número variable de sesiones (entre siete y doce) en las que el terapeuta (con un abordaje claramente psicoeducativo) ayudaba al paciente a identificar cuáles eran sus señales de recaída más habituales. Los resultados indican que los pacientes del grupo de tratamiento (N=34) tardaban más tiempo en presentar una recaída maníaca y, al final del seguimiento, presentaban menos recaídas maníacas que el grupo control (N=35). No parecía haber efecto alguno de prevención de los episodios depresivos. Nuestro grupo (Colom y cols., 2003 a), en el marco de un programa psicoeducativo que explicaremos posteriormente, llevó a cabo una intervención en grupo destinada a mejorar la identificación de las señales de recaída. Los resultados, a los dos años de seguimiento eran positivos para el grupo de tratamiento (N=60) comparados con el grupo control de intervención no estructurada (N=60); los pacientes tratados presentaban un número significativamente menor de episodios de manía/hipomanía, mixtos y depresivos y una mayor duración de los períodos de eutimia previos a la primera recaída tras el tratamiento psicológico. Dado que nuestra intervención no se centraba únicamente en la detección de pródromos, sino que también abordaba aspectos de cumplimiento y regularidad de hábitos, a partir de nuestros datos no podemos afirmar de forma concluyente que la detección de pródromos sea eficaz.

Para afinar en este sentido y separar el peso de cada intervención diseñamos un estudio similar al descrito utilizando como muestra una población de bipolares con probado buen cumplimiento, para poder afirmar que, de existir alguna mejora clínica tras el tratamiento, ésta no sería atribuible al mejora de la adhesión. Los resultados (Colom y cols., 2003-b) fueron también positivos. Los 25 pacientes bipolares I incluidos en el grupo de tratamiento tuvieron un curso significativamente mejor que los 25 pacientes bipolares I incluidos en el grupo control, que recibían únicamente un tratamiento no estructurado. Dado que estos pacientes eran todos buenos cumplidores, descartamos que dicha mejora estuviera en relación con un cambio en los hábitos de adhesión: el factor que mejoraba el curso de los pacientes tratados era, básicamente, su capacidad superior para detectar las señales de recaída de forma precoz. Existen, por lo tanto, dos estudios de alta calidad que demuestran la eficacia de intervención psicológica en detección de pródromos (Perry y cols., 1999; Colom y cols., 2003-b) como intervención exclusiva y uno (Colom y cols., 2003-a) que señala su eficacia como parte de un programa más amplio de psicoeducación.

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