lunes, 26 de febrero de 2018

PSICOEDUCACION EN EL TRASTORNO BIPOLAR (III)

Revisando la literatura encontramos varios estudios pioneros en la psicoeducación del paciente bipolar aunque, por desgracia, las medidas de eficacia utilizadas en estas publicaciones seminales no suelen ser las más válidas. Distintos estudios (van Gent  y cols., 1988) utilizan como medida de eficacia la opinión del paciente respecto al propio tratamiento. Evidentemente, no consideramos la opinión del paciente como una buena medida de eficacia, aunque sin duda es un dato interesante respecto a la factibilidad de un programa determinado. Otros estudios (Peet y Harvey, 1991)  miden los cambios logrados en el conocimiento del paciente acerca de su enfermedad pero no miden su repercusión sobre el curso posterior, con lo que no podemos saber el valor terapéutico real de la intervención. La medida de eficacia terapéutica debe ser, como en el caso de los fármacos, algún parámetro clínico objetivable, que dé una idea exacta sobre la repercusión de determinada información en el curso de determinada enfermedad.
En el tratamiento de mantenimiento de los trastornos bipolares, la mejor medida es, sin duda alguna, el número de recaídas y hospitalizaciones más que otras medidas indirectas en forma de escalas o manifestaciones subjetivas del paciente.
ASPECTOS TECNICOS DE LA PSICOEDUCACION
NÚMERO Y TIPO DE PACIENTES
El tamaño ideal de un grupo psicoeducativo está entre 8 y 12 pacientes. El formato en grupo es prácticamente imprescindible para la psicoeducación, sobre todo si tenemos en cuenta que el modelado y las experiencias compartidas juegan un papel central. Podríamos afirmar que la psicoeducación individual es prácticamente imposible, aunque algunos módulos como la detección precoz de episodios pueden llevarse a cabo en sesiones individuales. Ya que la tasa de abandonos suele situarse cerca del 25%, hemos observado que suele ser útil iniciar el grupo con unos 15 ó 16 pacientes, que una vez transcurridas las primeras cuatro o cinco sesiones se acaban reduciendo a unos 10-12. Entre las razones que tienen nuestros pacientes para dejar el grupo destacaremos, evidentemente, el hecho de presentar una recaída (que excluye automáticamente al paciente del grupo, sobre todo si es una manía o un episodio mixto), padecer un trastorno de la personalidad comórbido o un trastorno por abuso/dependencia de sustancias.
Podemos incluir en el grupo tanto a pacientes con un trastorno bipolar I o II, pero excluimos a los pacientes con un trastorno esquizoafectivo, al considerar que tienen características demasiado distintas.
LOS TERAPEUTAS

Es recomendable usar un terapeuta y dos coterapeutas, que pueden ser psicólogo, un psiquiatra o una enfermera especializada en psiquiatría. En todos los casos es fundamental que tengan experiencia suficiente en el manejo de grupos y en el tratamiento de trastornos bipolares.

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