ESPAÑA:
UNA SOCIEDAD DISTÓPICA
Si conmináramos a toda la población a que se
definiera como conservadora o progresista a buen seguro asistiríamos a un
tragicómico número en el que casi todos
correrían como conejos asustados para
declararse progresistas y evitar un etiquetamiento que les suponga su muerte
moral ante la comunidad (que no sociedad, dada la prohibición del pluralismo
político cuando se sale del redil de lo políticamente correcto).
Yo sin miedo alguno me defino como muy
conservador en todo aquello que hay que conservar y como muy progresista en
todo aquello que hay que cambiar. El progresismo entendido como la doctrina que
propugna que todo debe estar en permanente cambio es, sencillamente una locura
moral. Como solo tengo un folio intentaré sintetizar al máximo un antídoto
contra esta locura que nos acabará destruyendo.
La alternativa al orden es sólo el caos. La
alternativa al capitalismo es sólo el comunismo. La alternativa a los géneros
es sólo la degeneración. La alternativa a la cultura es solo la subcultura. La
alternativa a la libertad es sólo la dictadura. La alternativa a la justicia es
sólo la injusticia. La alternativa al bien es sólo el mal. La alternativa al
amor es sólo el odio. La alternativa a
la naturaleza es solo la artificialidad. La alternativa a la verdad es sólo la
mentira. La alternativa a la igualdad es
sólo la desigualdad. La alternativa a la inocencia es sólo la culpabilidad.
¡IDIOTAS: EL LIMBO NO EXISTE! Vuestra
ignorancia nos dejará a todos sin alternativas.
En tiempo de virus asesinos conviene recordar
que España es el laboratorio de las guerras invisibles. Controlando los medios
de comunicación y la justicia se ha creado una sociedad distópica donde la
verdad está mal vista, donde se condena al amor romántico y se juega a ser Dios
aun sin creer en él. Un ágora donde se ha asesinado a los filósofos clásicos y
sus asesinos, los sofistas usurpan su lugar para más inri.
Listillos como
Habermas les dirán que lo importante es el diálogo y que eso blanquea cualquier
cosa y así verán a los Zapateritos boliburgueses que roban el dinero de sus
hijos amparados por la cleptocracia (más conocida como socialdemocracia)
repitiendo como loros: diálogo, diálogo
mientras les aplican a ustedes cordones sanitarios.
Cuando sangren, la culpa no será del
heteropatriarcado católico, no tendrán en su piel los estigmas de Jesucristo
sino las esquirlas venenosas de las ventanas de Overton que ustedes mansamente
aceptan.
Dejen de mirar hacia otro lado. No crean que
les perdonarán la vida. Plántenles cara en esta batalla cotidiana y denles su merecido a estos genocidas
irrecuperables. Si no lo hacen se verán envueltos en una guerra cruenta que
ustedes no buscaron. Recuerden a Churchill: Os
dieron a elegir entre la indignidad y la guerra. Elegisteis la indignidad y
ahora tenéis la indignidad y la guerra.
Ya no se trata de vivir más o menos
cómodos en la servidumbre voluntaria, se trata de sobrevivir. Piensen un poco
antes de responder: ¿son progresistas o conservadores? Lean a Jordan Peterson,
a los filósofos clásicos y si tienen hijos léanlos cuentos clásicos con
moralejas, no la basura de heroínas hombrunas empoderadas y de la religión
multiculturalista y ecologista de un mundo que reivindica las flores pero
prohíbe las raíces.
Carlos Luis Martín Navarro
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