lunes, 5 de marzo de 2018

PSICOEDUCACION EN EL TRASTORNO BIPOLAR (XII)

Dore y Romans (2001) destacaron el impacto que la convivencia con pacientes bipolares tenía sobre los cuidadores, afectando a su vida laboral, su situación económica, aspectos legales, relaciones de pareja, crianza de los hijos, relaciones sociales y actividades de ocio. La mayoría de cuidadores referían un elevado nivel de estrés. La conducta agresiva o violenta, los gastos impulsivos, el humor depresivo y las ideas o actos suicidas son algunas de las conductas que se han asociado a un mayor nivel de carga (Targum y cols., 1981; Dore y Romans, 2001).
Previamente, Perlick y cols. (1999), en un estudio de familias de 266 sujetos bipolares y esquizoafectivos, concluyeron que el 93% de familiares referían estrés moderado o elevado asociado a los síntomas del paciente, la disfunción del funcionamiento diario o los efectos de la enfermedad del paciente sobre la actividad laboral o de ocio del familiar. Las creencias de los familiares explicaban el 18-28% de la carga experimentada y ésta era superior en aquellos que atribuían al paciente la capacidad de controlar sus síntomas y en aquellos que se veían sin ningún tipo de control sobre la conducta del paciente. La influencia de las atribuciones en la percepción de la carga constituye una razón más para remarcar la importancia de las intervenciones de tipo psicoeducativo que pretenden instruir a los familiares sobre la enfermedad y orientarles en las formas de afrontamiento de la misma.
Junto a los mencionados, son diversos los estudios que han hallado tasas elevadas de carga experimentada por familiares de pacientes con trastorno bipolar (Targum y cols., 1981; Fadden y cols., 1987; Chakrabarti y cols., 1992; Lam y cols., 2005) que indicaban que la carga del cuidador podía predecir la evolución clínica de pacientes con trastorno bipolar.

En un trabajo reciente hemos observado un nivel de estrés moderado en los familiares de pacientes bipolares eutímicos en relación a las conductas del paciente (las que más preocupación generaban eran la presencia de hiperactividad, irritabilidad y retraimiento), su desempeño funcional (especialmente a nivel sociolaboral) y los efectos adversos que la enfermedad había tenido sobre los miembros de la familia (destacando especialmente la repercusión en su salud emocional y en el funcionamiento general de los familiares). Al analizar qué variables relacionadas con la enfermedad contribuían a explicar la carga subjetiva se observó que en ésta influía un funcionamiento sociolaboral deficiente, la presencia de episodios en los últimos dos años, la historia de ciclación rápida y el hecho de que el cuidador se responsabilizara de la administración de la medicación (Reinares y cols., en prensa). Otros autores han señalado que la enfermedad prolongada y altos niveles de alteración funcional en los pacientes (Chakrabarti y cols., 1992), las creencias sobre la enfermedad (Perlick y cols., 1992) y los estilos de afrontamiento (Webb y cols., 1998; Chakrabarti y Gill, 2002) podían afectar al nivel de carga percibida por los familiares.

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