martes, 6 de marzo de 2018

PSICOEDUCACION EN EL TRASTORNO BIPOLAR (XIII)

Aunque algunos estudios señalan que más de un 50% de parejas de pacientes bipolares referían que no habrían iniciado la relación si hubieran tenido más información sobre la enfermedad y sus efectos (Targum y cols., 1981; Dore y Romans, 2001), otros hallazgos son más optimistas, con un 78% de parejas que afirmaban que continuarían cuidando del paciente a pesar de las dificultades (Lam y cols., 2005) y otros estudios en los que también se remarcan los aspectos positivos derivados de la función del cuidador (Veltman y cols., 2002).
TRASTORNO BIPOLAR Y EMOCIÓN EXPRESA
La importancia de incorporar la intervención familiar al tratamiento farmacológico tuvo su origen en los resultados de algunos estudios, inicialmente realizados con pacientes esquizofrénicos, en los que se relacionaban determinadas actitudes de los familiares con el curso de la trastorno (Brown y cols., 1958, 1962, 1972; Leff y cols. 1982; Vaughn y cols., 1984). La mayoría de estudios se centraban en el índice de emoción expresada (EE), definida por la presencia de comentarios críticos, hostilidad y sobreimplicación emocional que presentaban los familiares hacia el paciente, e indicaban que una EE elevada en los familiares se relacionaba con una mayor frecuencia de recaídas en los pacientes. Progresivamente, la población de estudio se fue ampliando y se empezaron a realizar trabajos similares con pacientes bipolares, obteniéndose resultados equiparables en cuanto a la influencia de la emoción expresada de la familia sobre la evolución de la enfermedad (Miklowitz y cols., 1988; Priebe y cols., 1989; O´Connell y cols., 1991; Honig y cols., 1995; Mino y cols., 2001; Kim y Miklowitz, 2004). Simoneau y cols. (1998), al analizar las interacciones que se establecían en las familias de 48 pacientes bipolares tras un episodio agudo, señalaron que en las familias de alta EE se llevaban a cabo más interacciones negativas que en las familias de alta EE hay una mayor tendencia, en comparación con las de baja EE, a atribuir los síntomas y las conductas negativas a factores personales y controlables por el paciente (Wendel y cols., 2000).
ESTUDIOS DE INTERVENCIÓN FAMILIAR EN EL TRASTORNO BIPOLAR
La intervención familiar de tipo psicoeducativo pretende dotar a las familias de una serie de conocimientos que permitan mejorar su comprensión sobre la enfermedad, así como facilitar ciertos cambios en sus actitudes y conductas, optimizando las estrategias de afrontamiento ante el trastorno (Reinares y cols., 2002).

Miklowitz y Goldstein (1997) señalan que los principales objetivos del trabajo con familias consisten en ayudar a comprender y aceptar la enfermedad e integrar lo ocurrido en los episodios; aceptar la necesidad de un tratamiento farmacológico; distinguir entre la personalidad del paciente y el trastorno bipolar; reconocer las situaciones estresantes que pueden actuar como desencadenantes de recaídas y entrenarles en estrategias de afrontamiento adecuadas; y finalmente ayudar a la familia a restablecer las relaciones funcionales tras el episodio. Podríamos añadir que resulta fundamental que los familiares y los propios pacientes aprendan a reconocer los síntomas prodrómicos ya que ello permitirá una intervención precoz antes posibles recaídas.

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