domingo, 24 de marzo de 2019

EL SANTO CRISTO DE LAS AGONIAS


Publicación Sociocultural desde Alhaurín el Grande. Año II. Núm. 6. ENERO 2004
Valle del Guadalhorce, Tierra de Miel y Sol, de Luz y Color y de Gente Trabajadora

EL SANTO CRISTO DE LAS AGONÍAS
manuel pérez fernández
Queridos niños:
Si pasáis por la carretera que nos conduce a Mijas, a la salida de nuestro pueblo, veréis una ermita pequeña, sin veleta ni campana, y que una reducida escalinata un corto espacio la preceden.
En este diminuto santuario se venera la imagen chiquita del Santo Cristo de las Agonías, al que el pueblo devoto acude en sus azahares. Fue construido en el año 1.783 a expensas de un paisano nuestro llamado Don Francisco Vicente de Burgos y desde entonces hasta ahora recibe las visitas y las plegarías de propios y extraños, atraídos por la piedad, devoción  y fé de nuestros antepasados, que inculcaron en nosotros sus mismos sentimientos. Por eso acudimos, después de pasados dos siglos de la construcción de la iglesita al pie de la sierra, nosotros ahora a rendir adoración y a pedirle favores al Santo Cristo.
Dice una leyenda de mediados del siglo pasado que la imagen que representa a nuestro Salvador expirando en esta hermosa escultura salvó a nuestro pueblo de una enfermedad que se extendió como una plaga en muchos habitantes de la población. Esta enfermedad se llama cólera morbo y es contagiosa, epidémica y muy grave. Pero los enfermos se encomendaron con mucha fe al Santo Cristo y Él les libró de este mal tan horrendo. Para recuerdo de este portento, un paisano nuestro, que fue historiador muy amante de Alhaurín, Don Ildefonso Marzo y Sánchez, escribió un romance que se hizo popular por entonces y en el año 1921 mandó reimprimir un sacerdote llamado Don Gabriel Pérez Benítez, que fue cura párroco durante treinta años, para que cada día crezca y se arraigue más y más la devoción que los hijos de nuestro pueblo sienten hacia su Santo Cristo de las Agonías.
También cuenta esta leyenda que nuestra ermita fue salvada en varios ocasiones de la ira exacerbada de las aguas, que, en violenta agitación, por el margen opuesto de la cañada del Tejar, arrastró caseríos, arrancados de sus cimientos, formándose delante del santuario un muro de piedras impulsadas por la vertiginosa corriente, sin que ninguna les causara mal alguno y sirviéndole de valladar y fuerte obstáculo que desviara las aguas de su curso natural. Estos hechos los guarda la tradición popular, que se conserva en los anales de la legendaria historia de Alhaurín.
Niños: cuando paséis por delante de la ermita del Santo Cristo, haced como vuestros mayores, elevad vuestros corazones hacia esta venerable imagen pequeñita e invocad al Señor pidiéndole por nuestro pueblo y por todo el mundo para que la humanidad entera entienda mejor los designos del Señor y ponga en práctica el mandamiento de que nos amáramos unos a otros como Él nos enseñó.

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