En la
actualidad, los clínicos disponemos de varias intervenciones psicológicas
perfectamente testadas que han demostrado su eficacia en la mejora del curso de
los pacientes bipolares. La psicoterapia tiene cabida en el trastorno bipolar especialmente
en la fase de eutimia, como tratamiento coadyuvante de mantenimiento. Sin
embargo, hasta la fecha no disponemos de estudios que avalen su uso en las
fases agudas de la enfermedad.
Entre
todas las intervenciones de mantenimiento, la psicoeducación en grupo posee
varias ventajas prácticamente añadidas, ya que a su gran eficacia (Colom y
cols., 2003 a, b) une su perfecta integración en la modelo médico de la
enfermedad bipolar (Colom y cols. 1998), su bajo coste al ser un tratamiento
limitado en el tiempo y que se imparte en grupo, y su alta aplicabilidad y
generalidad –es un tratamiento para el que no hace falta definir a priori un
subtipo de paciente según rasgos caracteriales, preferencias o cociente intelectual-.
Por otra parte, la psicoeducación integra en un mismo tratamiento los aspectos
más relevantes del resto de tratamientos psicológicos testados para el
trastorno bipolar: la detección precoz de síntomas (Perry y cols., 1999), la
regularización de hábitos (Frank, 1999), la mejora del cumplimiento terapéutico
(Scott y Tacchi, 2002) y el manejo de síntomas y resolución de problemas (Lam y
cols., 2003). Además, el modelo psicoeducativo se complementa perfectamente con
la psicoeducación familiar, un aspecto crucial con el manejo de los pacientes
bipolares (Miklowitz y cols., 2003; Reinares y cols., 2002).
¿QUÉ
ES LA PSICOEDUCACIÓN?
La
psicoeducación va más allá de la mera transmisión de información al paciente e
incide en cambios cognitivos y conductuales que se derivan del conocimiento de
la enfermedad, tal y como ocurre también con otras enfermedades no
psiquiátricas que se benefician de tratamientos similares: enfermedades
cardiovasculares (Linden, 2000), diabetes (Olmsted y cols., 2002) o el asma (Durna
y Ozcan, 2003). El tratamiento psicoeducativo y no es, en ningún caso, válido
para abordar un episodio agudo. Por esta razón debemos empezar el tratamiento
psicoeducativo cuando el paciente está asintomático.
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