PASION DEL
Miércoles, 14 de Febrero de 2018
EL
FRUSTRADO INTENTO DE FUNDACIÓN DE DOS HERMANDADES
EN LA MÁLAGA DE 1935
JOSE JIMENEZ
Las
del Cristo del Silencio y Jesús del Camino del Gólgota querían un nuevo
concepto de Semana Santa.
La
mayoría de los estudios que se han realizado sobre las consecuencias o efectos
que para la Semana Santa de Málaga tuvieron los sucesos acaecidos en mayo de
1931, se ha centrado en el análisis de las pérdidas materiales que ocasionaron
y en la posterior restauración. Pero hubo otras repercusiones que han sido
menos analizadas. Y de manera especial, entre otras, las que podríamos enmarcar
en la parcela de lo inmaterial. Entre ellas descuellan la desaparición o cese
de actividades de algunas cofradías, o los intentos, finalmente frustrados o
no, de fundación de otras que pretendían establecer, entre otros factores, una
nueva manera y modo de concebir la práctica cultural.
Es sabido
que durante la década 1921-1923 se produjo una eclosión del procesionismo en la
ciudad de Málaga. El vínculo que se establece entre este hecho y la fundación
de la Agrupación de Cofradías es innegable. Y, aunque la mayoría de la prensa
loaba el sentido y la práctica procesionista, un sector de la opinión escrita,
minoritario pero especialmente activa (como el periódico Rebelión y su sucesor
Rebeldías), también reflejaba sus críticas. Y estas, como punta de lanza del
anticlericalismo, no solo se centraban en la oposición a la que se realizasen
las procesiones o al uso que las cofradías hacían del espacio público, sino que
también resaltaban, entre otros, algunos de sus aspectos negativos (poca
religiosidad, falta de orden, incumplimiento de horarios, etc.). Al mismo
tiempo denunciaban que en ellas se integraban personas, ajenas al sector
cofrade, que recibían un emolumento a cambio de su participación, o
instituciones sin relación alguna con la cofradía. Y entre estas destacaba,
sobremanera, la castrense. En efecto, la oposición a la presencia militar en
las procesiones se ponía especialmente manifiesto en ácidas notas o en
artículos publicados en los periódicos citados como oponentes a la práctica
procesionista.
ANTIGUOS POSTULADOS
Conocemos
que la restauración procesional había a partir de 1939 se llevó a cabo con un
evidente anclaje en los principios y postulados seguidos en la década de los
años veinte. Al mismo tiempo, tanto en la estructura organizativa de algunas
cofradías, como en la de la procesión, se contó con la presencia y
participación de personas, organismos e instituciones, afectas al nuevo
Régimen. Mas, durante el período republicano en Málaga, especialmente entre los
años 1932 a 1936, y como una consecuencia, entre otras, de lo acaecido en mayo
de 1931, también se produjeron algunos intentos de fundar unas cofradías cuyos
principios procesionistas fueron radicalmente opuestos a los existentes hasta
entonces.
La
incidencia de las críticas, cuando no el convencimiento de ciertos sectores
cofrades que intuían la necesidad de cambiar algunas de las estructuras de las
hermandades y de las características de la puesta en escena pasionista, es
evidente. Y esas tentativas se llevaron a cabo a partir del 1934 y, especialmente,
en 1935, tras la celebración de las procesiones que en dicho año se efectuaron.
Ello sirvió de acicate para que se pretendiese instaurar nuevas cofradías.
Ambos hechos están íntimamente relacionados. Sin embargo, no hay que olvidar el
contexto político en el que se desarrollan. En efecto, tras las elecciones de
noviembre de 1933, se produjo un cambio de gobierno con la llegada del periodo
radical cedista, en el que se modificaron los postulados que habían dificultado
el culto externo.
MODIFICACIONES
La
lectura de los principios rectores de estas nuevas fraternidades desvelan que
pretendían realizar modificaciones relevantes. Y una de las más trascendentes
era la que aseveraba que la puesta en escena de la procesión tenía que sufrir
un cambio sustancial y que en ella debían primar aspectos y actitudes de
religiosidad, austeridad, orden, silencio, igualdad de todos los hermanos
durante la procesión, no presencia de representantes de instituciones…
Y algo
que se consideraba como esencial e irrenunciable: que todos los participantes
en la estación penitencial fuesen hermanos de la cofradía. Se culpaba al
personal pagado (portadores de los tronos, etc.) de ser los principales responsables
de los desórdenes que, a veces, se producían en el discurrir de la procesión.
Esta circunstancia se evidenciaba en algunos espacios urbanos concretos,
especialmente en la plaza de la Merced. Este hecho, puede servir como premisa
justificativa del porqué de la desaparición de este enclave, otrora esencial y
prácticamente indispensable, como lugar de paso de procesiones.
Algunas
iniciativas fundacionales fructificaron, otras quedaron en un mero intento. En
1934, y en la iglesia de San Pablo, se instituyó, con unos principios
diferentes a los reseñados, como cofradía de culto y con un carácter no
pasionista, la de María Santísima de la Trinidad. Sus primeras constituciones
se firmaron el 26 de abril. Se fundó a iniciativa de un grupo de jóvenes de
Acción Católica del barrio de la Trinidad que eran feligreses de la parroquia
San Pablo. Sin embargo, en 1938, tras la finalización de la contienda civil, se
reorganizaría como una hermandad de Pasión. Es la actual Cofradía de Jesús
Cautivo y María Santísima de la Trinidad.
De
especial relevancia fue la fundación, planteada en 1934, de la Cofradía de
Nuestro Padre Jesús de la Pasión y María Santísima del Amor Doloroso. Su primer
cabildo constituyente se realizó en mayo en 1935. Meses más tarde, el 4 de
diciembre, fue admitida como miembro de pleno derecho en el seno de la
Agrupación de Cofradías. Desde el mes de abril de 1935 preparaba su salida
procesional para la Semana Santa de 1936, año en el que, como sabemos, no se
celebraron procesiones.
No
menos trascendente fue la fundación de la Hermandad del Cristo de la Agonía y
María Santísima de las Penas. Entre los meses de abril y mayo de 1935 se
establece la época de su fundación, aunque la reunión en la que se eligió su primera
junta directiva se celebró el 7 de junio de 1935.
Pero
hubo otros intentos de instituir una hermandad que quedaron en meros proyectos.
En el año 2005, en un artículo publicado en este mismo periódico, di a conocer
uno de ellos. Se trataba de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Silencio.
Los promotores elaboraron unos estatutos, fechados el 31 de mayo de 1935, que,
siguiendo una de las normas establecidas en la ley de asociacionismo de 30 de junio
de 1887, remitieron al Gobierno Civil para su pertinente aprobación.
El
estudio y análisis de las reglas de la citada corporación revelan, como he
comentado, la existencia de un intento de cambio en la dinámica procesionista
de la Semana Santa de Málaga.
PERSONAJES POPULARES
En el
grupo organizador se integraron personajes populares en la Málaga de aquellos
años y con relevancia cofrade en la época posterior: José Aranda, José Luis
Estrada, Adrián Risueño o Fermín Serrano, entre otros.
La
nueva hermandad trataba de potenciar tanto el culto externo como el interno
(misas, ejercicios de besapiés, quinarios, etc.).
Pero
no cabe duda de que donde radicaría esencialmente y se visualizaría el nuevo
espíritu cofrade que querían establecer, sería durante la celebración de la
estación penitencial. El cortejo, que iniciaría desde el interior de la iglesia
de su sede y que se realizaría con un absoluto silencio, debería revestir una
extraordinaria sencillez aun dentro del esplendor. En él solo podrían
intervenir hermanos de la cofradía previo abono de una luminaria. Esta manda
estatutaria incluía a los encargados del transporte del trono de la sagrada
imagen, lo que era considerado como un gran honor. Los cargos y puestos se
desempeñaban tras un sorteo, con lo que se evidencia la no preeminencia de un
hermano sobre otro.
Sin
que aún tuviera concedida una sede canónica, establecían como fin primordial y
prácticamente exclusivo, el culto a la imagen de Nuestro Padre Jesús del
Silencio, de la que no se detalla el momento pasionista que debía representar.
No obstante, en enero de 1936, uno de los miembros fundadores de la corporación,
el escultor Adrián Risueño Gallardo, presentó en el VI Salón de Arte,
(muestra-concurso propiciado por la Asociación Libre de Artistas ALA y que
generalmente se celebraba en la sede de la Sociedad Económica de Amigos del
País), la escultura titulada Cristo del Silencio. No poseo datos de
características iconográficas de la citada efigie que corroboren una relación
de esta obra, que fue premiado con la medalla de oro en la sección de escultura
del citado certamen, con la imagen titular de la hermandad. Pero sí resulta al
menos sugerente, la relación existente entre el escultor, miembro del núcleo
fundador de la corporación, con la hermandad con la nominación de la obra y con
su cronología.
NUEVO DATO
Hoy
aporto un nuevo dato que afianza lo teorizado en el sentido del deseo existente
en un sector cofrade de propiciar un cambio en la Semana Santa malagueña. Un
grupo de jóvenes pretendió fundar una cofradía con unas características
semejantes a las que he reseñado. También se data tras la celebración de las
procesiones de 1935.
En
este caso, tendría como icono titular una imagen de un Nazareno con la cruz a
cuestas. La iconografía representaba a Jesús cargado con la cruz cuando
encuentra a su Madre camino al Calvario. Pocas noticias o reseñas se poseen de
esta desconocida cofradía. No obstante, he podido comprobar documentalmente que
el núcleo promotor de la corporación acordó que ostentaría el título de
Hermandad de Nuestro Padre Jesús del Camino del Calvario, y que proyectaba
realizar su desfile procesional para la Semana Santa de 1936.
No
obstante, el nombre tuvo que ser cambiado ante el hecho de que se prestaba a
confusión con el de ya existente Cofradía de Nuestro Padre Jesús de los Pasos
en el Monte Calvario. Finalmente, la comisión organizadora decidió que el
nombre fuese el de Hermandad de Nuestro Padre Jesús de Camino del Gólgota.
De la
actividad de esta incipiente entidad da fe el hecho de que había encargado un
grupo escultórico a un notable escultor granadino muy conocido en nuestra
capital por sus excelentes trabajos. Con este dato, y dado que, de los
imagineros con taller en la ciudad de la Alhambra, quien en esa fecha había
realizado un trabajo para una cofradía de Pasión de Málaga, en concreto la
talla de Jesús de la Sentencia, era José Gabriel Martín Simón, considero que el
encargo se le pudo realizar a él. No obstante, no hay que olvidar que el
aloreño, afincado en Granada, José Navas-Parejo Pérez, también había efectuado
algún trabajo para Málaga; en concreto, se debe destacar la talla de la Virgen
de las Angustias que en 1924 labró para la iglesia parroquial de los Santos
Mártires Ciriaco y Paula. Sin embargo, sus trabajos para el mundo cofrade
malacitano fueron realizados especialmente en la posguerra (como las imágenes
de Jesús El Rico, 1939 y la de Jesús de la Misericordia, 1944).
Los
fundadores trataron de instituir la cofradía como una corporación con, entre
otras, una nota característica: su desfile procesional solo estaría integrado
por hermanos. La relación entre personal ajeno a la entidad y la existencia de
problemas durante la celebración pasionista, se evidencia en esta premisa.
La
iniciativa, debida a distinguidos y conocidos jóvenes atrajo a numerosas
personas. De hecho, llegó a poseer una amplia nómina de integrantes.
Se
tenía el proyecto de, en breve tiempo, constituirla de una manera legal y
definitiva. Asimismo, contaba con la ayuda moral y material de relevancia
personalidades, tanto de Málaga como de otras capitales españolas, que ofrecían
su entusiasta concurso por la idea que perseguía esta novel cofradía: la
práctica de religiosidad y verdadera piedad. Una hermandad de silencio.
Estos
proyectos fundacionales quedaron reducidos a meros intentos. El resultado de
las elecciones de febrero de 1936, que dio paso al Frente Popular, y la
consiguiente decisión adoptada de no realizar procesiones en la Semana Santa de
ese año en nuestra Málaga actuarían, entre otros, como factores decisivos a la
hora de impedir la consolidación efectiva y la materialización práctica de las
iniciativas de fundación de estas cofradías.
Asimismo,
las propias características de las hermandades que he analizado harían inviable
su consolidación en el contexto cofrade malacitano de la posguerra.
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