EVITANDO
EL USO DE TÓXICOS
Prácticamente
la mitad de los pacientes bipolares (concretamente un 46%) cumple criterios
DSM-IV de abuso o dependencia del alcohol (para revisión, consultar Brown,
2005). Según datos del Epidemiologic Catchment Area (ECA), el riesgo de que un
paciente bipolar presente una drogodependencia es más de seis veces mayor que
el riesgo de la población general (Regier et al., 1990), algo más elevado si
hablamos únicamente de pacientes con un trastorno bipolar tipo I.
Por
otra parte, muchos de nuestros pacientes no llegan a cumplir criterios para
abuso o dependencia de sustancias aunque consumen con cierta asiduidad alcohol
u otros tóxicos y hemos de tener en cuenta que el mero consumo de alcohol,
cannabis y otros tóxicos, aún sin llegar a cantidades de abuso, ya puede actuar
como factor desencadenante de nuevos episodios. La psicoeducación pretende
incidir sobre el conducta de consumo más que sobre el abuso o dependencia,
circunstancias que requerirían una derivación específica, que también se ha
mostrado eficaz (Weiss, 2004). Es decir, se trata de prevenir el consumo de
sustancias para controlar un potencial factor desencadenante. Por este motivo
es fundamental abordar no sólo los riesgos de aquellas sustancias tradicionalmente
consideradas como tóxicas (alcohol, cannabis, cocaína y otros estimulantes,
alucinógenos, opiáceos) sino que también a nuestros pacientes acerca del mal
uso del café, ya que muchos pacientes bipolares tienden a beber café en exceso,
utilizándolo muchas veces como estimulante para compensar su clínica
subdepresiva; esta conducta implica, obviamente, un riesgo debido (sobre todo)
a su impacto sobre la calidad del sueño.
La
importancia de evitar el consumo de tóxicos para mejorar el curso del trastorno
bipolar está presente durante todo el programa; a pesar de que únicamente
dediquemos una expresión ad hoc a este tema, aparece en muchas otras sesiones
(causas y desencadenantes, curso, tratamientos alternativos, actuación ante una
descompensación, regularidad, etc…).
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