Aunque
algunos estudios señalan que más de un 50% de parejas de pacientes bipolares
referían que no habrían iniciado la relación si hubieran tenido más información
sobre la enfermedad y sus efectos (Targum y cols., 1981; Dore y Romans, 2001),
otros hallazgos son más optimistas, con un 78% de parejas que afirmaban que
continuarían cuidando del paciente a pesar de las dificultades (Lam y cols.,
2005) y otros estudios en los que también se remarcan los aspectos positivos
derivados de la función del cuidador (Veltman y cols., 2002).
TRASTORNO
BIPOLAR Y EMOCIÓN EXPRESA
La
importancia de incorporar la intervención familiar al tratamiento farmacológico
tuvo su origen en los resultados de algunos estudios, inicialmente realizados
con pacientes esquizofrénicos, en los que se relacionaban determinadas
actitudes de los familiares con el curso de la trastorno (Brown y cols., 1958,
1962, 1972; Leff y cols. 1982; Vaughn y cols., 1984). La mayoría de estudios se
centraban en el índice de emoción expresada (EE), definida por la presencia de
comentarios críticos, hostilidad y sobreimplicación emocional que presentaban
los familiares hacia el paciente, e indicaban que una EE elevada en los
familiares se relacionaba con una mayor frecuencia de recaídas en los
pacientes. Progresivamente, la población de estudio se fue ampliando y se
empezaron a realizar trabajos similares con pacientes bipolares, obteniéndose
resultados equiparables en cuanto a la influencia de la emoción expresada de la
familia sobre la evolución de la enfermedad (Miklowitz y cols., 1988; Priebe y
cols., 1989; O´Connell y cols., 1991; Honig y cols., 1995; Mino y cols., 2001;
Kim y Miklowitz, 2004). Simoneau y cols. (1998), al analizar las interacciones
que se establecían en las familias de 48 pacientes bipolares tras un episodio
agudo, señalaron que en las familias de alta EE se llevaban a cabo más
interacciones negativas que en las familias de alta EE hay una mayor tendencia,
en comparación con las de baja EE, a atribuir los síntomas y las conductas
negativas a factores personales y controlables por el paciente (Wendel y cols.,
2000).
ESTUDIOS
DE INTERVENCIÓN FAMILIAR EN EL TRASTORNO BIPOLAR
La
intervención familiar de tipo psicoeducativo pretende dotar a las familias de
una serie de conocimientos que permitan mejorar su comprensión sobre la enfermedad,
así como facilitar ciertos cambios en sus actitudes y conductas, optimizando
las estrategias de afrontamiento ante el trastorno (Reinares y cols., 2002).
Miklowitz
y Goldstein (1997) señalan que los principales objetivos del trabajo con
familias consisten en ayudar a comprender y aceptar la enfermedad e integrar lo
ocurrido en los episodios; aceptar la necesidad de un tratamiento
farmacológico; distinguir entre la personalidad del paciente y el trastorno
bipolar; reconocer las situaciones estresantes que pueden actuar como
desencadenantes de recaídas y entrenarles en estrategias de afrontamiento adecuadas;
y finalmente ayudar a la familia a restablecer las relaciones funcionales tras
el episodio. Podríamos añadir que resulta fundamental que los familiares y los
propios pacientes aprendan a reconocer los síntomas prodrómicos ya que ello
permitirá una intervención precoz antes posibles recaídas.
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